“Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa.”
Hechos 16:31
Hechos 16:31
¡Qué hermosas las promesas de la Palabra de Dios! A menudo no entendemos como es posible que el Señor Jesús nos dé de su gracia. Esta sin duda alguna es una promesa que demuestra la magnitud y grandeza de la gracia de nuestro Señor Jesús. Muchos han minimizado a Dios hasta ponerlo en un marco donde aparentemente su poder está limitado. Sin embargo, la palabra mágica, “cree en el Señor Jesús” sigue vigente en el día de hoy acompañada de la misma promesa, “y serás salvo, tú y tu casa.”
Esta es una promesa cuya condición está basada en la fe solamente. ¿Y quién puede practicar el acto de creer? Solo hay una respuesta, ‘tu.’ No hay preferencias. Es para aquel ladrón que no hizo otra cosa que tomar aquello que le pertenecía a otros. Es para el padre que traicionó a su esposa y a su familia para ir tras la mujer ajena, o quizás, la mujer aquella que fue arrastrada por Satanás al caer en las garras del vicio, de las drogas, o de brazos ajenos. También es para el drogadicto aquel que no puede pensar, vivir o trabajar si no es con una dosis de heroína en su sangre. Esta gracia de Dios es para el religioso aquel que pensó que por ir a la iglesia ya era salvo. Quizás tú estés ahí. Si, probablemente estas pensando que por las buenas obras y actos de misericordias hacia los demás eres salvo o salva. Si, probablemente pensaste que la vida eterna en el cielo se gana tan solo haciendo lo bueno. Lo siento, pero la promesa no dice, ‘has el bien,’ sino ‘cree.’ Entonces, añade el único ser en quien podemos depositar toda nuestra confianza, ‘el Señor Jesús.’
Esta es una promesa de alcancé incomparable. Esta promesa es para usted y su familia. ¡Nuestro Señor es así, El no deja las cosas a media! El quiere que la salvación llegue a todo el mundo que le rodea a usted, el mundo que usted mas ama y aprecia, aquellos que viven en su propia casa. Esta promesa nos da la seguridad de que al creer, la gracia de salvación de Dios puede penetrar a través de la puerta de nuestros hogares y llegar hasta nuestras esposas y esposos, hijos e hijas, padres y madres.
¡Oh, cuan grande es esta promesa! ¿Te atreverías a creer? Si lo haces, ‘serás salvo tu y tu casa.’
¡Amén!
Pastor I. Cordoves, Jr.
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