EL FIN ÚLTIMO DE LA SALVACIÓN: LA GLORIA DE SU GRACIA.

Pastor Rafael Mulet

Texto base: Efesios 1:1–14
Texto de la predicación:
Efesios 1:6 – "para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado"
Efesios 1:12a – "a fin de que seamos para alabanza de su gloria"
Efesios 1:14b – "para alabanza de su gloria"

Introducción

Mis amados hermanos, qué bueno es que el deseo de nuestros corazones sea ese: estar cara a cara para siempre delante del Señor. En esta semana de la música, semana de adoración que estamos cerrando hoy, he querido compartir con ustedes un mensaje de la Palabra de Dios que está basado en la carta del apóstol San Pablo a los Efesios.

Efesios capítulo 1 nos presenta un gran himno teológico. Leemos los primeros 14 versículos porque nos sirven de contexto para entender qué ha hecho Dios por nosotros en Cristo: nos escogió, nos predestinó, nos adoptó, nos redimió, nos dio herencia y nos selló con el Espíritu Santo. Todo esto, nos dice Pablo, tiene una meta final: "para alabanza de la gloria de su gracia".

Titulé este sermón de esta manera: "El fin último de la salvación: la gloria de su gracia". Es decir, que la gloria de la gracia de Dios es el fin último de la salvación que Él nos ha regalado. Desde la eternidad, Dios decretó que seríamos salvos únicamente por el sacrificio de Cristo y para andar dentro y en su voluntad.

I. EL PROPÓSITO DE NUESTRA ADOPCIÓN

Texto: Efesios 1:6a – "para alabanza de la gloria de su gracia"

En este sermón queremos hablar específicamente del versículo 6, donde se nos habla de la meta o propósito de esta elección y predestinación para ser aceptados por Jesucristo o en Jesucristo. Y se repite esta misma idea en los versículos 12 y 14: "para alabanza de su gloria".

Esta elección, que se describe como una predestinación para ser adoptados como hijos, es para la alabanza de la gloria de su gracia. Este es el propósito final. El designio inmediato o intermedio ya ha sido mencionado: "para que fuésemos santos y sin mancha delante de él". A veces lo leemos o lo decimos así y ya, pero el texto dice: "para que fuésemos santos e irreprensibles delante de él". Él no espera menos y no espera más, pero espera que sea así, amados hermanos; y siguiendo en la misma línea, para que recibiésemos la adopción de hijos.

El propósito final hacia el cual todo lo demás contribuye es el reconocimiento con adoración: nuestra alabanza de la excelencia manifestada, que es la gloria de Dios en favor de los indignos. Ahí está la gracia de aquel que nos está llamando, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Pablo alaba la gracia de Dios al componer este gran himno de Efesios 1. Se le ha llamado teológicamente un himno porque es una oración larga de alabanza, con estructura poética y repetitiva, trinitaria y doctrinal, que funciona como una doxología y probablemente tenía uso litúrgico en la iglesia primitiva.

La gracia de Dios es alabada cada vez que un grupo de cristianos se congrega para adorar a Dios, su Redentor. Pablo dice que todo lo que Dios ha hecho –la elección, la predestinación, la adopción– tiene como destino final la alabanza de su gloria. Dios salva con un fin: la alabanza de la gloria de su gracia.

"Gloria" (doxa) es un término común en el Nuevo Testamento y para Pablo denota esplendor, resplandor. El fin de la salvación no es simplemente el bienestar del ser humano, como a veces egoístamente creemos. El fin de la salvación es la adoración del Dios de la gracia que nos redimió.

¿Qué puede compararse con la gracia de Dios? La elección es un acto ejecutado por Dios para su propia gloria. La obra no se hace primariamente con vista al ser humano, sino con la meta de ensalzar la gloria divina. "La gloria de su gracia" es el resplandor o expresión visible del favor inmerecido de Dios que disfrutamos y que se llama gracia.

Todo el plan de salvación es teocéntrico, no antropocéntrico. No gira en torno al hombre, sino a la gloria de la gracia del Dios que salva. Y esa gracia debe producir en nosotros una respuesta de alabanza, no solo con palabras, sino con toda nuestra vida entera rendida a sus pies.

II. EL MEDIO DE NUESTRA ACEPTACIÓN: "EN EL AMADO"

Texto: Efesios 1:6b – "con la cual nos hizo aceptos en el Amado"

En segundo lugar, el medio de nuestra aceptación es "en el Amado". Dice el versículo 6 en su segunda parte: "con la cual nos hizo aceptos en el Amado".

La expresión "en el Amado" es de una belleza incomparable. Pablo no dice simplemente "por Cristo" o "por medio de Jesucristo", sino "en el Amado". Esto muestra la intimidad de nuestra relación con el Hijo de Dios.

Somos aceptados no por nuestras obras ni por nuestros méritos personales, sino porque estamos unidos al Amado Jesucristo, nuestro Salvador. Así como el Padre expresó desde los cielos: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia" (Mateo 3:17), así también todo aquel que está en Cristo participa de esta misma aceptación.

¡Qué privilegio, amados hermanos, pero qué privilegio inmerecido! En otras palabras, Dios nos mira a través de su Hijo. Nuestra aceptación no se basa en lo que somos, sino en quién es Cristo y en nuestra unión con Él.

Cuando Dios ve a Cristo, ve perfección; por tanto, cuando nos ve a nosotros, ve esa misma perfección imputada a los que Él ha salvado. De modo que podemos decir con confianza: "ya no soy rechazado, sino aceptado en el Amado".

Esta aceptación no depende de sentimientos ni de circunstancias, sino de una obra eterna de gracia. El creyente no necesita luchar por ser aceptado; solo debe descansar en la obra consumada del Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

III. EL RESULTADO DE SER ACEPTADOS: VIDA DE ALABANZA Y GRATITUD

Texto: Romanos 12:1

En tercer lugar, amados hermanos, ¿cuál es el resultado de ser aceptados? El resultado es una vida de alabanza y gratitud.

Si la meta de Dios fue "para alabanza de la gloria de su gracia", entonces el resultado en nosotros debe ser una vida de constante adoración. El creyente aceptado no puede permanecer indiferente. Quien ha sido adoptado por gracia no puede dejar de glorificar al Padre.

Esa alabanza no se limita a los labios en el culto, sino que se refleja en una vida que honra al Señor en toda conducta, pensamiento y servicio. Romanos 12:1 nos recuerda que nuestro culto racional consiste en presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios.

La aceptación en Cristo produce:

  1. • Seguridad: ya no vivimos tratando de ganar el favor divino, porque lo tenemos en Cristo.
  2. • Humildad: reconocemos que todo lo recibido proviene de Su gracia. No hay mérito alguno en nosotros.
  3. • Adoración: vivimos para la gloria de Aquel que nos aceptó sin merecerlo.

IV. APLICACIÓN PASTORAL

Por eso, amados hermanos, la verdad de Efesios 1:6 nos enseña que:

1. No necesitamos buscar aprobación humana, porque ya fuimos aceptados por el Dios del universo.
2. Cuando te sientas indigno, recuerda que Cristo es tu aceptación.
3. Cuando el enemigo te acuse, recuerda que fuiste escogido y amado desde antes de la fundación del mundo.
4. Y cuando la vida se torne difícil, recuerda que todo fue hecho para la alabanza de la gloria de su gracia, y que tu vida tiene un propósito eterno: darle a Dios en todo y por todo toda la gloria.

Por tanto, vive confiado, agradecido y comprometido con Aquel que te amó y te hizo acepto en su Hijo.

Ilustración: John Newton y la Sublime Gracia

Amados hermanos, hay una historia que la mayoría de ustedes conocen, una historia real: la historia de John Newton, un hombre transformado de esclavista a predicador de la gracia.

Newton nació en 1725 y murió en 1807. Fue un marinero inglés que trabajaba en barcos negreros traficando esclavos desde África. Vivía completamente alejado de Dios: era blasfemo, violento y sin compasión.

Pero una noche de 1748 su barco fue sorprendido por una tormenta terrible en el Atlántico. Mientras el mar amenazaba con tragarlos, Newton, desesperado, gritó: "Señor, ten misericordia de nosotros". Esa fue la primera oración sincera que hizo en su vida.

Contra toda probabilidad, sobrevivieron. Newton reconoció que no fue su habilidad ni su suerte, sino la gracia de Dios la que los salvó. Tiempo después abandonó el tráfico de esclavos y se entregó por completo al servicio del evangelio, llegando a ser pastor de la Palabra en Inglaterra.

Años más tarde escribió un himno que resumía su experiencia con la gracia de Dios: "Sublime gracia del Señor, que a un infeliz salvó; fui ciego, mas hoy miro yo; perdido, Él me halló". Dios había puesto sus ojos en Newton antes de que él lo buscara. Aun en medio de su pecado, el propósito divino era mostrar la gloria de su gracia en él, como lo ha hecho en millones de seres humanos, como lo ha hecho en ti y en mí, y como quiere hacerlo también hoy en ti, si todavía no eres salvo.

Newton no fue aceptado por sus méritos, sino por su fe en Cristo, el Amado, en quien somos recibidos y perdonados. El mismo hombre que antes esclavizaba a otros, ahora vivía para alabar al Dios que lo libertó. Su vida se volvió una ofrenda de adoración, y su himno ha llevado a millones a reconocer la gracia salvadora de Cristo.

Cuando comprendemos que hemos sido elegidos, aceptados y transformados para la gloria de su gracia, no podemos menos que vivir en humildad, seguridad y adoración.

Conclusión y Llamado

Amado amigo que estás aquí hoy, ¿tienes tú la seguridad de que Cristo es tu Salvador? ¿Estás seguro de que tu nombre ha sido escrito en el libro de la vida del Cordero que quita el pecado del mundo, o aún estás en condenación?

El Señor te ofrece hoy su gracia: su gracia salvadora, redentora, regeneradora, que puede convertirte en una nueva criatura, totalmente diferente a lo que has sido hasta ahora. Él quiere tomar tu vida y cambiarte.

Y si tú le recibes hoy como tu Salvador, es porque con toda seguridad ya Él había puesto tu nombre desde la eternidad en Cristo. Recíbele; es lo que te corresponde. No te vayas de este lugar sin esa seguridad, porque Él no solamente te da el perdón de tus pecados y te hace una nueva criatura para vivir alabando su gracia, sino que te da la seguridad de una entrada para siempre al reino de los cielos.

El propósito final de los redimidos por Cristo es glorificar al Dios de la gracia. Fuimos escogidos, predestinados, adoptados y aceptados para que toda la gloria sea de Él.

Amados hermanos, el Padre planeó, el Hijo ejecutó y el Espíritu Santo aplica esta salvación perfecta a nuestras vidas. Que nuestras vidas sean un himno viviente que proclame: "A Él sea la gloria por los siglos", "para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado". Amén.

Preguntas para el debate celular

1. ¿Cuál es el propósito o la meta para la cual fuimos creados y adoptados?

2. ¿Por medio de quién fuimos adoptados?

3. ¿Qué produce en nosotros esa aceptación?

4. ¿Cómo puedo aplicar a mi vida diaria las enseñanzas de este sermón? ¿Hay arreglos que hacer en mi vida?


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