Texto base: Efesios
1:1–14
Texto de la predicación:
Efesios 1:6 – "para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual
nos hizo aceptos en el Amado"
Efesios 1:12a – "a fin de que seamos para alabanza de su gloria"
Efesios 1:14b – "para alabanza de su gloria"
Introducción
Mis amados hermanos, qué bueno es que el deseo de nuestros
corazones sea ese: estar cara a cara para siempre delante del Señor. En esta
semana de la música, semana de adoración que estamos cerrando hoy, he querido
compartir con ustedes un mensaje de la Palabra de Dios que está basado en la
carta del apóstol San Pablo a los Efesios.
Efesios capítulo 1 nos presenta un gran himno teológico. Leemos los primeros 14
versículos porque nos sirven de contexto para entender qué ha hecho Dios por
nosotros en Cristo: nos escogió, nos predestinó, nos adoptó, nos redimió, nos
dio herencia y nos selló con el Espíritu Santo. Todo esto, nos dice Pablo,
tiene una meta final: "para alabanza de la gloria de su gracia".
Titulé este sermón de esta manera: "El fin último de la salvación: la
gloria de su gracia". Es decir, que la gloria de la gracia de Dios es el
fin último de la salvación que Él nos ha regalado. Desde la eternidad, Dios
decretó que seríamos salvos únicamente por el sacrificio de Cristo y para andar
dentro y en su voluntad.
I. EL PROPÓSITO DE NUESTRA ADOPCIÓN
Texto: Efesios 1:6a – "para alabanza de la gloria de su
gracia"
En este sermón queremos hablar específicamente del versículo
6, donde se nos habla de la meta o propósito de esta elección y predestinación
para ser aceptados por Jesucristo o en Jesucristo. Y se repite esta misma idea
en los versículos 12 y 14: "para alabanza de su gloria".
Esta elección, que se describe como una predestinación para ser adoptados como
hijos, es para la alabanza de la gloria de su gracia. Este es el propósito
final. El designio inmediato o intermedio ya ha sido mencionado: "para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él". A veces lo leemos o lo
decimos así y ya, pero el texto dice: "para que fuésemos santos e
irreprensibles delante de él". Él no espera menos y no espera más, pero
espera que sea así, amados hermanos; y siguiendo en la misma línea, para que
recibiésemos la adopción de hijos.
El propósito final hacia el cual todo lo demás contribuye es el reconocimiento
con adoración: nuestra alabanza de la excelencia manifestada, que es la gloria
de Dios en favor de los indignos. Ahí está la gracia de aquel que nos está
llamando, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Pablo alaba la gracia de Dios al componer este gran himno de Efesios 1. Se le
ha llamado teológicamente un himno porque es una oración larga de alabanza, con
estructura poética y repetitiva, trinitaria y doctrinal, que funciona como una
doxología y probablemente tenía uso litúrgico en la iglesia primitiva.
La gracia de Dios es alabada cada vez que un grupo de cristianos se congrega
para adorar a Dios, su Redentor. Pablo dice que todo lo que Dios ha hecho –la
elección, la predestinación, la adopción– tiene como destino final la alabanza
de su gloria. Dios salva con un fin: la alabanza de la gloria de su gracia.
"Gloria" (doxa) es un término común en el Nuevo Testamento y para
Pablo denota esplendor, resplandor. El fin de la salvación no es simplemente el
bienestar del ser humano, como a veces egoístamente creemos. El fin de la
salvación es la adoración del Dios de la gracia que nos redimió.
¿Qué puede compararse con la gracia de Dios? La elección es un acto ejecutado
por Dios para su propia gloria. La obra no se hace primariamente con vista al
ser humano, sino con la meta de ensalzar la gloria divina. "La gloria de
su gracia" es el resplandor o expresión visible del favor inmerecido de
Dios que disfrutamos y que se llama gracia.
Todo el plan de salvación es teocéntrico, no antropocéntrico. No gira en torno
al hombre, sino a la gloria de la gracia del Dios que salva. Y esa gracia debe
producir en nosotros una respuesta de alabanza, no solo con palabras, sino con
toda nuestra vida entera rendida a sus pies.
II. EL MEDIO DE NUESTRA ACEPTACIÓN: "EN EL AMADO"
Texto: Efesios 1:6b – "con la cual nos hizo aceptos en
el Amado"
En segundo lugar, el medio de nuestra aceptación es "en
el Amado". Dice el versículo 6 en su segunda parte: "con la cual nos
hizo aceptos en el Amado".
La expresión "en el Amado" es de una belleza incomparable. Pablo no
dice simplemente "por Cristo" o "por medio de Jesucristo",
sino "en el Amado". Esto muestra la intimidad de nuestra relación con
el Hijo de Dios.
Somos aceptados no por nuestras obras ni por nuestros méritos personales, sino
porque estamos unidos al Amado Jesucristo, nuestro Salvador. Así como el Padre
expresó desde los cielos: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo
complacencia" (Mateo 3:17), así también todo aquel que está en Cristo
participa de esta misma aceptación.
¡Qué privilegio, amados hermanos, pero qué privilegio inmerecido! En otras
palabras, Dios nos mira a través de su Hijo. Nuestra aceptación no se basa en
lo que somos, sino en quién es Cristo y en nuestra unión con Él.
Cuando Dios ve a Cristo, ve perfección; por tanto, cuando nos ve a nosotros, ve
esa misma perfección imputada a los que Él ha salvado. De modo que podemos
decir con confianza: "ya no soy rechazado, sino aceptado en el
Amado".
Esta aceptación no depende de sentimientos ni de circunstancias, sino de una
obra eterna de gracia. El creyente no necesita luchar por ser aceptado; solo
debe descansar en la obra consumada del Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
III. EL RESULTADO DE SER ACEPTADOS: VIDA DE ALABANZA Y GRATITUD
Texto: Romanos 12:1
En tercer lugar, amados hermanos, ¿cuál es el resultado de
ser aceptados? El resultado es una vida de alabanza y gratitud.
Si la meta de Dios fue "para alabanza de la gloria de su gracia",
entonces el resultado en nosotros debe ser una vida de constante adoración. El
creyente aceptado no puede permanecer indiferente. Quien ha sido adoptado por
gracia no puede dejar de glorificar al Padre.
Esa alabanza no se limita a los labios en el culto, sino que se refleja en una
vida que honra al Señor en toda conducta, pensamiento y servicio. Romanos 12:1
nos recuerda que nuestro culto racional consiste en presentar nuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios.
La aceptación en Cristo produce:
- • Seguridad: ya no vivimos tratando de ganar el favor divino, porque lo tenemos en Cristo.
- • Humildad: reconocemos que todo lo recibido proviene de Su gracia. No hay mérito alguno en nosotros.
- • Adoración: vivimos para la gloria de Aquel que nos aceptó sin merecerlo.
IV. APLICACIÓN PASTORAL
Por eso, amados hermanos, la verdad de Efesios 1:6 nos
enseña que:
1. No necesitamos buscar aprobación humana, porque ya fuimos aceptados por el
Dios del universo.
2. Cuando te sientas indigno, recuerda que Cristo es tu aceptación.
3. Cuando el enemigo te acuse, recuerda que fuiste escogido y amado desde antes
de la fundación del mundo.
4. Y cuando la vida se torne difícil, recuerda que todo fue hecho para la
alabanza de la gloria de su gracia, y que tu vida tiene un propósito eterno:
darle a Dios en todo y por todo toda la gloria.
Por tanto, vive confiado, agradecido y comprometido con Aquel que te amó y te
hizo acepto en su Hijo.
Ilustración: John Newton y la Sublime Gracia
Amados hermanos, hay una historia que la mayoría de ustedes
conocen, una historia real: la historia de John Newton, un hombre transformado
de esclavista a predicador de la gracia.
Newton nació en 1725 y murió en 1807. Fue un marinero inglés que trabajaba en
barcos negreros traficando esclavos desde África. Vivía completamente alejado
de Dios: era blasfemo, violento y sin compasión.
Pero una noche de 1748 su barco fue sorprendido por una tormenta terrible en el
Atlántico. Mientras el mar amenazaba con tragarlos, Newton, desesperado, gritó:
"Señor, ten misericordia de nosotros". Esa fue la primera oración
sincera que hizo en su vida.
Contra toda probabilidad, sobrevivieron. Newton reconoció que no fue su
habilidad ni su suerte, sino la gracia de Dios la que los salvó. Tiempo después
abandonó el tráfico de esclavos y se entregó por completo al servicio del
evangelio, llegando a ser pastor de la Palabra en Inglaterra.
Años más tarde escribió un himno que resumía su experiencia con la gracia de
Dios: "Sublime gracia del Señor, que a un infeliz salvó; fui ciego, mas
hoy miro yo; perdido, Él me halló". Dios había puesto sus ojos en Newton
antes de que él lo buscara. Aun en medio de su pecado, el propósito divino era
mostrar la gloria de su gracia en él, como lo ha hecho en millones de seres
humanos, como lo ha hecho en ti y en mí, y como quiere hacerlo también hoy en
ti, si todavía no eres salvo.
Newton no fue aceptado por sus méritos, sino por su fe en Cristo, el Amado, en
quien somos recibidos y perdonados. El mismo hombre que antes esclavizaba a
otros, ahora vivía para alabar al Dios que lo libertó. Su vida se volvió una
ofrenda de adoración, y su himno ha llevado a millones a reconocer la gracia
salvadora de Cristo.
Cuando comprendemos que hemos sido elegidos, aceptados y transformados para la
gloria de su gracia, no podemos menos que vivir en humildad, seguridad y
adoración.
Conclusión y Llamado
Amado amigo que estás aquí hoy, ¿tienes tú la seguridad de
que Cristo es tu Salvador? ¿Estás seguro de que tu nombre ha sido escrito en el
libro de la vida del Cordero que quita el pecado del mundo, o aún estás en
condenación?
El Señor te ofrece hoy su gracia: su gracia salvadora, redentora, regeneradora,
que puede convertirte en una nueva criatura, totalmente diferente a lo que has
sido hasta ahora. Él quiere tomar tu vida y cambiarte.
Y si tú le recibes hoy como tu Salvador, es porque con toda seguridad ya Él
había puesto tu nombre desde la eternidad en Cristo. Recíbele; es lo que te
corresponde. No te vayas de este lugar sin esa seguridad, porque Él no
solamente te da el perdón de tus pecados y te hace una nueva criatura para
vivir alabando su gracia, sino que te da la seguridad de una entrada para
siempre al reino de los cielos.
El propósito final de los redimidos por Cristo es glorificar al Dios de la
gracia. Fuimos escogidos, predestinados, adoptados y aceptados para que toda la
gloria sea de Él.
Amados hermanos, el Padre planeó, el Hijo ejecutó y el Espíritu Santo aplica
esta salvación perfecta a nuestras vidas. Que nuestras vidas sean un himno
viviente que proclame: "A Él sea la gloria por los siglos",
"para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en
el Amado". Amén.
Preguntas para el debate celular
1. ¿Cuál es el propósito o la meta para la cual fuimos
creados y adoptados?
2. ¿Por medio de quién fuimos adoptados?
3. ¿Qué produce en nosotros esa aceptación?
4. ¿Cómo puedo aplicar a mi vida diaria las enseñanzas de
este sermón? ¿Hay arreglos que hacer en mi vida?

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