“Más bien, acumulad para vosotros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen,…” Mateo 6:20
En cierta ocasión tuvimos la necesidad de que se fumigara el santuario de nuestra iglesia debido a que comenzamos a ver de pronto, en algunas secciones del templo, cientos de alas de comején (Ver video de youtube a la derecha). La preocupación nuestra fue tal que inmediatamente llamamos una compañía de fumigación para estudiar la situación. Luego de buscar con cuidado a través de todo el edificio, incluyendo los rincones escondidos del mismo, no tuvimos otra alternativa que fumigarlo todo.
Es interesante ver como durante el tiempo de fumigación, nadie puede entrar al edificio por un tiempo de cuarenta y ocho horas que duró el proceso debido al potente gas venenoso utilizado para el tratamiento. Pero lo que más me llamó la atención es ver el santuario completo cubierto por inmensa carpa. Toda la cuadra miraba aquello con asombro ya que verdaderamente llamaba la atención ver una carpa tan grande. Aún los carros disminuían la velocidad para mirar el espectáculo fuera de lo normal. Pensando en aquello, no cabe duda que todos, aún las iglesias, padecemos del mar de afanarnos por lo material cuando ultimadamente, la polilla y el oxido se apodera de nuestras riquezas. De hecho, las polillas no respetan los testamentos escritos por personas a punto de morir y que desean dejar sus posesiones a sus familiares queridos. Las polillas simplemente llegan y toman todo lo que quieren, cuando quieran y en grandes cantidades. ¡Y qué cosa que ni siquiera respetan el santuario de Dios! Nuestro Señor nos exhorta a que acumulemos tesoros en el cielo porque definitivamente todo pasa por las artimañas de las polillas y la corrupción producida por el oxido.
¡Comencemos a reunir tesoros espirituales, ellos nunca se pierden! Hay tesoro en la amistad con los demás, en mostrar el amor de Cristo, en trabajar y ministrar en el Reino de Cristo. Hay también tesoros verdaderos cuando nos dedicamos a proveerles a nuestros hijos la verdadera fe en el Señor en vez de tantos juegos de computadoras y ropas que los convierten en materialistas. Hay mejores tesoros cuando tomamos de nuestro tiempo para compartir con nuestros esposos y esposas estudiando la palabra en vez de vivir las vidas vanas que a menudo nos asedia. Hay mucho mejor tesoro cuando tomamos nuestro tiempo para compartir del evangelio de Cristo con los no salvos. En fin, almacenemos tesoros el cielo poniendo nuestros ojos en las cosas de arriba donde está Cristo (Col.3:1) ¡Quiera Dios que acumulemos tesoros en el cielo y que dejemos de alimentar las polillas de este mundo!
¡Amén!
Pastor Israel Cordovés, Jr.
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