"Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y vé, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda. "Reconcíliate pronto…” Mt. 5:23-25
Has meditado en las muchas ocasiones en que hemos ofrendado al Señor en la iglesia a sabiendas de que tenemos hermanos en la congregación que tienen heridas por culpas nuestras. Oh quizás estamos ofrendando teniendo nosotros heridas profundas y raíces de amarguras por causa de algún hermano. Si tal es vuestro caso, apresúrate a reconciliarte con tu hermano/a.
Qué triste es ver la condición de la fe contemporánea en que simplemente pareciera que las relaciones con los demás hijos e hijas de Dios no están bien. Tal pareciera que preferimos vivir una vida en la cual no importa si estamos heridos o si herimos a otros. Vamos a las iglesias y ofrecemos sacrificios de alabanzas a Dios. Miles levantan las manos y sierran los ojos y pretenden ignorar que han tenido o tienen perezas con aquel que está adorando en la otra punta del banco. Y luego nos preguntamos que pasa que Dios no envía un avivamiento al estilo que leemos en la Biblia o en la historia del cristianismo. Dios no acepta sacrificio del adorador aquel que está mal con su hermano y no quiere arreglar su situación. Cuando esto pasas no hay mucha diferencia entre nosotros y los fariseos del tiempo de Cristo.
¿Qué hacer? Simplemente vallamos a reconciliarnos primero con el hermano y entonces ofreceremos un sacrificio limpio y genuino. El pasaje nos exhorta a hacerlo pronto. ¿Por qué esperamos? Quizás sería bueno recordar el llamado bíblico a buscar la paz y a seguirla (1 Pe. 3:11).
Quiera Dios que vivamos vidas genuinas con conciencias tranquilas de que estamos bien con nuestros hermanos en Cristo. Si no, “reconcíliate pronto.”
¡Amén!
Pastor Israel Cordovés, Jr.
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