"No maltratarás ni oprimirás al extranjero, porque también vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto. Exodos 22:21
¡Qué triste cuando vemos lo que está pasando con los emigrantes en nuestro país! Sabemos que todo país tiene el derecho de defender y cuidar sus fronteras pero tal acción tiene que ser hecha con un corazón honesto para los que están ya adentro. Mirando las noticias y escuchando en las calles las actitudes de muchas personas me viene a la mente lo que los Alemanes hicieron con los judíos. Ellos culparon a los judíos de todos los problemas que había en Alemania y por ende abrieron campos de concentración. Lo interesante es que desde el año 1933 los comenzaron a abrir y el mundo entero guardó silencio hasta el 1940. ¡No es interesante como nosotros los humanos con tal de no buscarnos problemas guardamos silencio cuando alguien sufre!
El mundo cristiano está guardando silencio cuando nuestros inmigrantes (aunque sean indocumentados), son perseguidos como ratas. Ellos son culpados de tomar los trabajos y los servicios públicos que nos pertenecen a nosotros los ciudadanos legales. Luego con tal de limpiar la ‘plaga’ nuestros gobernantes los persiguen y dividen las familias dejando niños sin sus padres. Aún peor, se han dado casos de iglesias Anglosajonas que les han cerrado las puertas a iglesias y misiones latinas porque están alcanzando a los inmigrantes ilegales. ¡Qué vergüenza para la iglesia de Cristo!
Además, millones de inmigrantes están trabajando en nuestros campos de América por menos del salario mínimo y están siendo utilizados casi como esclavos. Inclusive, algunos dueños y empresarios hispanos están explotando a otros hispanos.
¿Y qué hacemos los cristianos? Nos quedamos callados para no buscarnos problemas. ¿No sería bueno que al menos nos dedicásemos a darles el evangelio de Cristo a los inmigrantes ilegales y tratar de darles alguna esperanza del amor de Cristo?
Dios le dijo a su pueblo Israel que no maltratara ni oprimieran al extranjero, porque ellos también lo fueron. Muchos responderían, “Si, es verdad, pero ellos estaban legalmente en Egipto.” No es nuestra función averiguar que llevó a una persona venir a los Estados Unidos, ni saber que camino tomó, o si es ilegal o no.
Simplemente oremos por ellos y extendámosle la mano. Sobre todo, démosle el evangelio de Cristo ¡Quizás, sin saberlo, estamos cuidando de ángeles! ¡O quizás, pudiera darse la situación en que estemos en presencia de un futuro pastor, misionero, o sierva de Dios que un día regresará a su país con el mensaje de salvación!
¡Amén!
Pastor Israel Cordoves, Jr.
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