Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor.
Lamentaciones 2:19
Lamentaciones 2:19
¿Tienes el alma cansada? ¿Crees que ya no puedes más? ¿Cuando llegas al hogar te arrepientes de haber abierto la puerta de la casa y te molestas al ver a tu esposa o a tu esposo? ¿Estas cansado y abrumado de las labores diarias? ¿Te arrepientes de los logros de tu vida, tu hogar y familia? En cuanto a la fe te sientes disgustado y no encuentras un lugar donde espiritualmente reposar. Llegas al templo y dices, ¡Ah, como me acuerdo de la iglesia en donde crecí! - ¡Cuánto diera por volver a aquellos años de la infancia! ¿Quién me habrá mandado a venir aquí? ¿Por qué no me habré quedado en mi país? - Amado hermano en Cristo si algunas de las expresiones anteriores o algo parecido ha estado en su boca. Si usted es víctima de alguna preocupación o depresión permita que el profeta de las lamentaciones hable a su alma cuando dice, “Derrama como agua tu corazón antes la presencia del Señor.”
Todos sabemos que cuando se derrama el agua no se puede recoger jamás. Lo derramado, derramado esta, solo podemos limpiar y secar. La palabra nos exhorta a derramarnos delante de Su divina presencia. Nuestros corazones han de ser vertidos ante la presencia del Señor. Ahora, para que esto funcione de tal manera que nuestras almas encuentren el descanso deseado hemos de meditar en la fe. Si entendemos el principio de que el agua que se derrama no se puede controlar, podemos entonces entender que el corazón que se derrama ante la presencia del Señor no se puede controlar hasta que el Divino consolador limpia sus lágrimas. Nosotros no podemos controlar nuestros corazones y mucho menos cuando son víctimas de una tristeza, de una preocupación, de un estrés que nos consume, de un desengaño, o simplemente de algún dardo Satánico. En un acto de fe hemos de depositar todo lo que nos agobia ante la presencia del Señor sabiendo que podemos acercarnos al trono de la gracia y que así alcanzaremos misericordia y gracia para el oportuno socorro (Hebreos. 4:16).
¡Oh corazones agobiados, derramemos nuestras vidas ante el Señor todo poderoso! Atrevámoslo a derramar nuestros corazones ante su presencia, El nos dará el gozo que tanto anhelamos al limpiar nuestro corazón derramado. -¡Amén!
Pastor Israel Cordovés, Jr.
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