Introducción
Que el Señor
continúe bendiciendo a cada uno de ustedes. Doy gracias a Dios por la
oportunidad de exponer Su Palabra, que es vida. También agradezco al pastor y a
esta iglesia, que nos ha hecho sentir en casa. El año 2024 fue para mi esposa y
para mí un tiempo de muchos cambios, incluyendo nuestra mudanza a Florida
después de 40 años en otro lugar. Hoy quiero hablarles de otra mudanza, una que
todos necesitamos hacer: mudarnos a un lugar de refugio, tal como lo enseña el
Salmo 91.
I. El Refugio es para los que
permanecen en Él
El Salmo 91
comienza diciendo: 'El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra
del Omnipotente'. Este refugio es para los que deciden permanecer en él, no
solo visitarlo. Entrar en este refugio es una decisión voluntaria y mental:
nuestra mente es la puerta de entrada. La vida cristiana exige que renovemos
nuestra mente (Romanos 12:2), que permanezcamos en sus pensamientos (Isaías
26:3) y que caminemos bajo la dirección de Dios.
II. Beneficios de permanecer en
el Refugio
Quienes habitan
en este refugio disfrutan de protección contra peligros visibles e invisibles.
Dios libra del lazo del cazador y de la peste destructora (Salmo 91:3). Él nos
cubre con sus plumas y bajo sus alas encontramos seguridad (Salmo 91:4). No
debemos temer ni a la pestilencia, ni a las amenazas, ni a las conspiraciones,
porque el miedo es más destructivo que cualquier plaga. Además, Dios encarga a
sus ángeles que nos guarden en todos nuestros caminos (Salmo 91:11).
III. El Amor a Dios nos mantiene
en el Refugio
El Salmo 91:14
declara: 'Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré'. Amar a
Dios es obedecerle (Juan 14:15) y deleitarnos en Él (Salmo 37:4). Dios promete
responder nuestras oraciones, estar con nosotros en la angustia, librarnos y
honrarnos. Como una ostra que convierte una partícula irritante en una perla
preciosa, Dios transforma nuestras pruebas en testimonios para Su gloria.
Conclusión
Vivir en el
refugio de Dios significa tener nuestros pies en la tierra, pero nuestra mente
y corazón bajo Su protección. No se trata solo de conocer el Salmo 91, sino de
habitar en él cada día, confiando plenamente en Dios y manteniendo nuestra
mente alineada con Su Palabra. Si aún no has entrado en ese refugio, hoy es el
día para hacerlo.
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