Peregrinando en un mundo turbulento, donde
reyes y gobiernos abusaban de las naciones que gobernaban, Abram recibió
promesas divinas que renovaron su alma. Caminando también hacia una tierra
desconocida, una tierra donde había idolatría como la que había dejado atrás, y
donde se adoraban falsos dioses creados por hombres, la voz de Dios llegó otra
vez al oído de Abram. Pero esta vez para que no tuviera miedo de los asedios
del mundo. En esta ocasión Abram escuchó a Dios prometerle que El mismo sería
su escudo y que recibiría un gran premio.
Confiemos nosotros también en que Dios será
nuestro escudo durante nuestro peregrinaje en este mundo cada vez más lejos de
Dios. Confiemos también en que en algún momento tendremos nuestro
galardón celestial. ¡Adelante peregrinos del Señor! ¡Continuemos el camino de
la fe, sabiendo que nuestro Dios ha prometido ser nuestro escudo y el galardón
de su Gracia es para nosotros también!
¡Amen!
Pastor IC
Comentarios
Publicar un comentario