LOS TRES GEMIDOS O SUSPIROS POR LA GLORIA DE DIOS
Pasaje Bíblico: Romanos 8:18-26
Predicador: Pastor Isrel Cordoves
Cuando el pueblo de Dios gime o se lamenta porque no puede más, es entonces que Dios viene a su rescate. Nos cuenta Éxodo 2:24-25 que Dios oyó Dios “el gemido del pueblo y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios.” Luego en Éxodo 6:5, cuando Dios se le aparece a Moisés le dice lo mismo. Aun en el tiempo de los Jueces, dice la palabra que “Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían (Jueces 2:18).”
En esta época en que vivimos después de la Cruz, época de la gracia nos encontramos que el pueblo de Dios todavía gime. Y precisamente vamos a exponer un tema que es conocido por los comentaristas, expositores y teólogos bíblicos como los tres gemidos.
La palabra ‘gemido’ es, de acuerdo a al clásico comentario de palabras griegas de Kittel, “El suspiro que tiene lugar debido a una condición de opresión bajo la cual el hombre sufre y de la cual anhela ser libre porque no está de acuerdo con su naturaleza, expectativas o esperanzas.”[1]
I. EL GEMIDO (O SUSPIRO) DE LA CREACION, V18 - 22
18Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;…
II. EL GEMIDO (O SUSPIRO) DE LOS HIJOS DE DIOS (LA IGLESIA), v23 - 25
23y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
2 Co 5:2–5 2Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 3pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 4Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
III. EL GEMIDO (O SUSPIRO) DEL ESPIRITU SANTO, v26 - 27
26Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
[1] Schneider, J. (1964–). στενάζω, στεναγμός, συστενάζω. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (ed. electrónica, Vol. 7, p. 601). Eerdmans.
Las notas completas con todos los puntos y subpuntos se pueden pedir a: israel@cordoves.com
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