«Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo
servirás» (Mateo 4:10)
Por el Rev. Felipe Rodríguez
Misionero a caballo |
Por el Rev. Felipe Rodríguez
Cuando era apenas un adolescente, y comenzaba a predicar mis primeros
mensajes, el hermano Mongo Carrazana me invitó a predicar la Palabra en su
iglesia, una pequeña congregación en el pueblo de Vueltas, Cuba, donde él era
diácono y responsable de la iglesia en ausencia del pastor.
Yo era un simple estudiante de secundaria, pero Mongo percibió el
llamado que Dios tenía para mi vida y quiso estimular mi deseo de servir al
Señor con lecciones prácticas que todavía recuerdo.
Al final del almuerzo, me dijo lo siguiente: «Hermano, quiero que me
acompañes a la finca. He sembrado un campo de yucas y hoy sacaré las
primicias». Con gusto lo acompañé y, al pasar por un potrero dentro de su
propiedad, vi a un viejo y flaco caballo que casi no podía caminar: «Ese es Pompeyo,
el caballo misionero», me dijo Mongo señalando al huesudo animal. «Ese caballo
fue comprado por la obra para que los pastores lo usaran en el trabajo
misionero, pero ya está muy viejo y nadie lo puede montar». «Entonces, ¿por qué
no lo vende para que lo sacrifiquen?», le dije. «¡Sacrificar a Pompeyo!
¡Imposible! Ese animal ha llevado sobre sus lomos a muchos siervos de Dios. Por
él la Palabra ha corrido por estos campos. Él no merece ese tipo de final. Ahí
estará pastando tranquilo hasta el día de su muerte».
Llegamos al campo de yucas y vino la segunda lección: «Tú eres un
predicador de la Palabra, sin importar los años que tengas. Yo quiero
entregarte las primicias de mi campo. Las primeras yucas serán para el siervo
de Dios».
Yo estaba perplejo, no sabía qué decir: «Gracias, es un gran honor
para mí», solo pude balbucir, ¡pero les aseguro que son las mejores yucas que
he comido en mi vida!
Aquel día Mongo Carrazana me dio dos grandes lecciones prácticas de
adoración. Primera: «Respeta y honra a los siervos de Dios porque proclaman la
Palabra». Segunda: «Adora al Señor ofreciéndole lo mejor y primero de tu vida»
¿A cuántos bendijo Carrazana de esa manera?
Estoy seguro que a muchos. Sin embargo, a quien más bendijo fue a su propia
familia porque su peculiar adoración a Dios los enriquecía a ellos y varios de
sus hijos y nietos son hoy pastores y ministros que predican la Palabra. Ya
Mongo está con el Señor, pero sus descendientes continúan el legado.
Adorar al
Señor significa servirle. ¡Que Dios continúe bendiciendo tu vida! Amén.
Felipe Rodríguez, Pastor de la Iglesia Bautista Getsemani en Miami
Miami, 6 de septiembre de 2009: «Mes de la
Adoración»
Referencias y Agradecimiento:
- Notas del Pastor Israel Cordoves-Carrazana: Agradezco esta meditación al Rev. Felipe Rodríguez por hacer memoria de mi abuelo Ramón Carrazana.
- Referencia del cuadro: The Circuit Rider, Illustration from 'Harper's Weekly' 12th October 1867. by Alfred Rudolf Waud