He aquí vino un hombre llamado Jairo, que era principal de la sinagoga. Se postró a los pies de Jesús y le imploró que fuese a su casa, porque tenía una hija única, de unos doce años, que se estaba muriendo. –Lucas 8:41-42
El no era un hombre cualquiera. El era una persona muy importante en la sociedad. De hecho, las escrituras lo describen como un ‘principal de la sinagoga.’ Sin embargo, de que vale la fama, el poder y el econocimiento si en la casa hay tragedia, en este caso, una hija muriendo. Este hombre es un padre digno de imitar. Consideremos, al menos, algunas de las muchas cosas que él hizo.
Jairo fue a ver a Jesús de la manera correcta al postrarse en humildad. Mateo nos da una versión muy interesante al decir que este hombre, ‘calló a los pies de Jesús.’ ¿Cuántos padres no hay hoy con hijos e hijas que están muriendo espiritualmente? Sin embargo, a pesar del dolor y de la desesperación no caen ante los pies de Jesús humillados ante el dador de la vida. Ellos prefieren caer ante las agotadoras horas del trabajo agotador y no se interesan como está la situación espiritual de sus hijos. O quizás prefieren caer rendidos ante el alcohol y los vicios en vez de caer ante Jesús.
Jairo se postró con una petición, él le ‘imploró’ a Jesús que viniera a su casa a resolver sus problemas. Muchos padres queremos caer ante los pies de Jesús. Pensamos que estamos humillados ante Su divina presencia pero no le estamos rogando par que el venga y entre a nuestros hogares para resolver nuestros problemas. La preferencia es a menudo el hablar, el opinar, el conversar con todos menos con Jesús. Y si oramos, pues pedimos por cosas materiales y no por la salvación de nuestros hijos. Mateo nos dice que en el momento que Jairo vino a Jesús su hija acababa de morir. Si este es el caso pues con más razón hemos de imitar a este padre sensacional. El sabía que cuando la tragedia entra al hogar solo el dador de la vida la puede expulsar.
Sin duda, Jairo pasó a la historia de una manera singular. El no hizo nada que cambio un país. El no fue un científico famoso. El no fue un padre conocido por darle un carro del año a su hija ni por comprar las ropas de las tiendas más caras. Jairo pasó a la historia simplemente, como un padre que buscó a Jesús para que solucionara la tragedia que se vivía en su hogar. Padres, ¿Cómo pasaremos nosotros a la historia? Quiera Dios que seamos como Jairo quien se postró ante Jesús y le imploró que viniera a su casa. -¡Amén!
Pastor Israel Cordovés, Jr.
Excelente!!!!
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