"Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento."
Hechos 28:15b.
Hechos 28:15b.
¡Que bueno es ver a nuestros hermanos en Cristo! El Apóstol Pablo luego de un viaje tan cargado de problemas encontró un refrigerio espiritual al ver a sus hermanos en Roma. Primero, varias semanas antes había estado envuelto en un debate político-religioso donde querían juzgarlo sin ningún derecho y por eso su alma y su cuerpo estaban cansados. Luego, al apelar al Cesar se le concede viajar a Roma para presentar su caso ante el Cesar y la nave donde navegaba naufragó y por eso su alma y su cuerpo estaban cansados. Finalmente llegó a Roma. Y es aquí donde Lucas, en su carta misionera nos cuenta que al ver Pablo a los hermanos de Roma, “dio gracias a Dios y cobró aliento.”
Hoy, después de una semana cargada por tantas luchas hemos de vivir la experiencia del Apóstol. Primero le da gracias a Dios por sus hermanos en Roma. Un motivo de oración que nosotros los cristianos de hoy hemos olvidado. A menudo no solo dejamos de llamar a nuestros hermanos en Cristo, de saludarlos y de preocuparnos por ellos. Si no que ni siquiera le damos gracias a Dios por ellos.
También, es el bello detalle del biógrafo del libro de Hechos quien hace notar que el Apóstol ‘cobró aliento.’ Este es sin duda alguna una de las experiencias más bellas que pudiéramos experimentar los cristianos. Cobrar aliento cuando vemos a nuestros hermanos en Cristo. Mas aún cuando vemos que son hermanos como los de Roma, hermanos que están en la misma cara de la persecución y de la tribulación. Esos son los hermanos que nos dan aliento. ¡Oh, si nuestro sentir hoy y siempre fuera que al ver a nuestros hermanos en Cristo cobráramos aliento! Si, ese aliento que no es más que un ánimo contagioso que solo proviene de los hijos de Dios. Quiera Dios que nosotros seamos como los hermanos de Roma, hermanos que den aliento.
¡Amén!
Pastor I. Cordovés, Jr.
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