¿Quién se jactaría de la tribulación diciendo, ‘miren, que bueno, yo estoy siendo atribulado' o ‘estoy viviendo en aflicciones?’ Cuando los tiempos se complican y nos ocurren cosas que no entendemos, de seguro que nadie se atrevería a expresar con orgullo sobre su situación. Si consideramos las situaciones clásicas de la vida en que nos sentimos atribulados, pues lo último que expresaríamos es orgullo por las adversidades. Cuando marchamos en la mañana al centro de trabajo y ahí están los dardos que nos irritan e impacientan, lo más probable es que no nos alegramos. Cuando en nuestros hogares escuchamos a nuestros esposos y esposas decir expresiones indignantes y a nuestros hijos desobedecer, de seguro que no hacemos una fiesta familiar para celebrar. Cuando vemos y sentimos el dolor de las enfermedades y aún la misma muerte tocar en las puertas de nuestros seres queridos, pues tampoco celebraríamos en honor al dolor. Cuando experimentamos momentos financieros difíciles y vivimos al día con nuestras finanzas, probablemente ahogados en deudas, de seguro que nuestro semblante expresará preocupación y no la alegría de una gran ganancia. ¿Quien se alegraría en tales circunstancias? Solo una vida que sea capaz de ver más allá de la tribulación pudiera celebrar, enorgullecerse, jactarse, o simplemente gloriarse.
La paciencia ya la tenemos porque es parte de los componentes del fruto del Espíritu Santo (Gal. 5:22), y esta no es una tolerancia donde permitimos que el pecado habite en nuestro medio. La paciencia es el esperar con fe que los tiempos malos pasaran. Es saber también que las actitudes malas hacia nosotros son transitorias, y que resistiendo con fe tendremos la victoria. Es tener la serenidad de mente sabiendo que Dios obrará en el momento preciso. Paciencia es amar y entender a los demás y tratarles como quisiéramos que nos trataran, aún cuando erramos. Es tener la madurez cristiana de saber que Dios nos está haciendo pasar por momentos difíciles para formarnos más a la imagen de su Hijo.
¡Continuemos a pesar de las dificultades! Al final del camino de la tribulación, allá en el otro lado del rio de la angustia, tendremos la victoria. Por mucho que busquemos, no encontraremos un camino más seguro para adquirir paciencia que la tribulación .
¡Amen!
Pastor Israel Cordoves, Jr.
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